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BAJO LA SOMBRA DE
LOS SAUCES
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BAJO LA SOMBRA DE LOS SAUCES
Alberto Sepúlveda Burgos
Segunda edición: Julio de 2021,
En colaboración con
EspacioAjeno - Plataforma Crowdfunding
facebook.com/espacioajeno.cl
IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE
Editorial ElOtroCuarto
www.elotrocuarto.cl
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BAJO LA SOMBRA DE
LOS SAUCES
Alberto Sepúlveda Burgos
Ediciones ElOtroCuarto
BAJO LA SOMBRA DE LOS SAUCES
Verano de 1986,
la dictadura golpea fuerte.
Trepamos su tronco y ramas de pelo verde
jugamos al papá y la mamá,
sentados en sus raíces cocinamos ciruelas
con las manos húmedas de sudor.
Éramos reyes a guata pelá
coronados con ortigas
dibujamos piqueros en las pozas del humedal,
aleteabas como pato herido
yo hacía que te salvaba
y te sentías princesa,
al atardecer pelábamos huevos duros
y devolvías las ranas a las pocitas.
Enero de 1996, ribera del río Mapocho.
El sauce era Escocia
cuando nos creíamos Trainspotting
y fumábamos pititos.
Escenario para tejer cuerdas de guitarras
y cantar los beneficios de usar desodorante
en la adolescencia,
reíamos cubiertos de lamas de humedal
con la mirada buscamos siluetas de coipos.
Queltehues celebraban
tu gusto por bailar con el chaleco de la abuela
recitabas versos de picaflor extraviado
y alguna vez nos besamos sin querer queriendo.
Diciembre de 2019.
El sauce de las pocitas
sigue brindando crepúsculo
sonríe cobijo a los jóvenes
que tocan tambores y danzan junto al río
fumando pititos.
A la distancia recojo latas y colillas de cigarros
trato de ser invisible
vestido de viento entre ramas
y el sauce entrega sombra de corriente fresca.
Chile estalló en canto de justicia
Diego el Pelusa murió
El Chancho Perro está preso
y te casaste con el hueón de la camioneta roja.
El sauce de las pocitas
llora la partida del tucúquere
que busca cerros y otras noches para volar el valle.
Habitados en la copa del árbol de lágrimas
los zorzales y chincoles
cantan réquiem al río Mapocho
Él hace luto con sombra de brisa veraniega
y no puedo dejar de llorar…
COMPROMISO
Solucionar
nuestros conflictos
plantando árboles nativos
en el patio
desafiar a los mirones
de los departamentos.
Las hojas de otoño
dicen en su caída
nada volverá
a ser lo mismo
a pesar que las semillas
asentaron sus raíces
en la tierra mojada del invierno.
El VUELO NOCTURNO DE LOS TIUQUES
¿Dónde están tus cerros?
¿Qué noches habitan tus vuelos?
En tu vigilia
el vuelo rapaz que limpia el estero
fue espantado por los
maestros del dolo.
Dentistas de lengua sucia
médicos a palos
arquitectos del fracaso
y programadores del deceso
observan el río
y el lecho que fue arrebatado.
Las tormentas de arena
ciegan pupilas en la ciudad invisible.
El desierto ya no es la utopía de Rimbaud
y las manos dejaron de ser herramientas.
Aún esperas que el trinar de las aves
te despierten al amanecer.
Cotorras anidan araucarias
y desplazan al tiuque
de aquellas antiguas ramas
donde esperaba la noche.
Las profesiones no esperan otra cosa
que el desahucio de la obra.
El viento se desliza en las alas de los tiuques
cazan roedores en una noche de vida y muerte.
Una noche…
que no espera las luces de las ciudades.
EL MENSAJE DE LOS TORDOS
En el congreso de poesía indígena
una joven
alza brazos y manos.
Gesticula
la infamia del Estado chileno.
A boca suelta
declama “La llave que nadie perdió”
como la usurpación del Wallmapu
y la llave no era herramienta
era palabra
que une lo sacro con lo humano.
Queltehues nos acusan
de ceguera e ignominia
y los piñones alimentan la olla común
de poetas y cantores
que esperan la Buena Nueva
donde se constituye el pan
y la música de los zorzales.
Los plátanos orientales de mis calles
desechan pelusas en primavera
nos pica la nariz como el más bacán
de la Pablo de Rokha.
Los estornudos nos reclaman
que la poesía no es suficiente.
Los sueños de las zapatillas con aire
no se realizan en un verso.
Las pistolas se visten de tiuques
cazan conejos con sus garras
pero el canto de los pájaros
no tiene sucedáneo
es la primitiva verdad de las estaciones.
Tordos cantan en los huertos…
Lo saben.
EN EL JARDÍN
Un Siete colores revolotea
entre ramas floridas
de duraznos
y el arcoíris desaparece
frente a tus ojos.
LA DANZA DE LAS POLILLAS
Los peones cayeron
al suelo.
El rey derrotado en el teclado
y la reina
¿quién sabe?
El algoritmo
elige canciones cebollas.
Ensimismado lloro
y los errores cometidos
son montañas que separan
el caudal del río
que desemboca en un océano
de infinita indiferencia.
Departamentos vecinos
madres preparan carbonada
cantan melodías A.M.
y sus hijos duermen
hasta el mediodía.
Las polillas danzan fuego
que nacen de sus alas
y en la radio todas las canciones
hablan de ti.
Encerradas
revolotean alrededor de la cama
la aciaga luz
no redime.
En penumbras aletean
para convertirse en zancudos.
La melancolía
busca una pecera para ser alimentada.
Desayunar cerveza
secar el fuego de la garganta.
Los viejos aconsejan
buscar amor en una esquina
las calles desaparecen
no hay amor que sobreviva.
Hay piezas amorosas
donde la distancia no encuentra eco.
Muere la resaca
se abren las persianas.
Disociado de la locura
no sé qué mierda hacer.
Salir del río
para caer al barro…
LA SOMBRA DEL MAITÉN
El poeta canta al desarraigo.
Orienta la mirada
en la puesta de sol
en ancianos de asilo fiscal
en semáforos de malabares
y cesantes de plaza viajera.
Somos cara sucia
con lengua de barro
y palabras de greda.
Observa el horizonte con hambre
vínculo de crepúsculo
de ojos morados y labios sangrantes.
Escribe con las manos en la tierra
recorre el sendero picunche
con los pies enlodados de Sakaki.
Sube cerros
para contemplar el valle de espinos
trepa sauces de nostalgia
abraza la corteza de la palma
sueña palabras con ritmo de brisa
y voz de riachuelo.
En el silencio de las libélulas
sentémonos bajo la sombra
del maitén
antes que la tierra nos consuma.
INVIERNO
La escarcha abraza los autos
luz de hielo ciega la mirada
trabajadores avanzan entre vaho de suspiros.
NO HAY NUECES BAJO EL NOGAL
En el reflejo
del mostrador
indagas verdades
que se ajusten
a tus zapatos.
Levantas la gamba
en busca del crisol
que proteja el estallido
de la conspiración.
Smartphone en mano
ignoras a los niños
de las plazas
que flotan a la deriva
de árbol en árbol
buscando sombras
que los amparen
de la dictadura del sol.
Los huachos
recuperan fuerzas
desempolvan el ánimo
de las pupilas
para machetear
en el Tottus.
Moneda tras moneda
llenan bolsillos
sin cauterizar.
En sus ojos vidriosos
ascienden trucos
de magos cojos.
Del vacío eclosiona
la promesa
de una noche
de mercancía
amarga en la garganta
y el amanecer sucio
cobija la mañana
sin hambre
hasta que el sueño
los derrota.
Los niños de las plazas
naufragan
de árbol en árbol
y bajo la sombra
del nogal
no hay nueces.
SUCIO ALTAZOR
Apartó la mirada de las vanguardias.
La disrupción del tiempo
amasa futuros acuosos
en la constelación de las primitivas células.
Introduce los pies
en pequeños charcos de agua turbia
estampa sus huellas
en senderos incompletos.
Invoca dioses en ritos
de barro y aliento urgente
y las divinidades caminarán
junto a los hombres.
El pequeño dios santificará la mixtura
de la basura, desechos orgánicos
estiércol de animales
lombrices de hierba brava y polvo cansado.
Reintegrando vida
a la tierra de los huertos.
El sucio Altazor en su salto a lo salvaje
escribirá en la piel tostada de las madres
poesía fresca,
y el canto primitivo
será revelado nuevamente.
ABRAZA EL BOSQUE DEVASTADO
La Moneda es esperma de héroe,
su voz es catecismo de carroña
que consagró el advenimiento
de los emprendedores
que conquistaron
a los espectadores del enjambre.
Donde tú ves abundancia
observo uniones intercelulares
de espuma blanca de río Lonquimay.
Plasticidad de soplo infinito
alimenta tierra de multiespecies
de composta universal.
El bosque lluvioso de China Muerta
comunica
entre raíces y hojas perennes
que la tribu fue engañada.
Su voz se extravió
en la caída de copihues y helechos
de suelo colonizado.
Nuestra voz es morral de madre
recipiente de piñones y hongos silvestres.
Es historia del fogón de medianoche
y vuelo de Traro entre alerces milenarios.
Es viento puelche que flamea
ramas de canelos y arrayanes.
Es travesía de semillas
en alas de chucao.
Es sangre de ancestros
bañada en campos, puertos y ciudades
Es humo negro de barricadas
canto de Tesis de ancianas abusadas.
Es fiesta de olla vacía
que desborda colaboración.
Son ojos de hambrientos
en plato de porotos.
Es la historia del bosque devastado
hombres y mujeres
abrazan la tierra
y el canto matutino de los pájaros.
Horizontes de esperanza viva
nos esperan.
QUEULAT
Pasos de hombre fracturan la quila
el trinar de chucao inunda de sonidos el bosque
entre montañas el ventisquero
retrocede en lágrimas de hielo
se precipitan al río como reloj de arena
caudal frágil y vigoroso
como travesía de canto peregrino.
LAS MOSCAS SAGRADAS
En suelo de salvaje vello
moscas polinizan flores
del jardín de ancianos
cultivan azucenas
como miel de mausoleos.
La cálida brisa primaveral
cambia de dirección
hacia el vago horizonte
de las ciudades
y las moscas se incineran
en lámparas de falsa luz.
El capullo del tiempo
emerge de la basura,
la enfermedad
de la humanidad
sangra por los ojos
y el hambre es misterio.
La colección de mariposas
que exhibes en el living
sufre el desprecio
de los malabaristas,
cortas alas de polillas
y las ensamblas
en arañas de rincón
armando rompecabezas
de modernización obsoleta.
Hombre-almuerzo, tu alma
nunca tuvo la oportunidad
de volar hacia las sombras
de los árboles que circundan
el río de las tempestades.
Larvas del vertedero
cultivan alas
de una generación
de moscas sagradas.
Los cerdos de Pink Floyd
plantan pobreza
estandarizan el aire,
el fuego, el suelo, el agua
hasta las miradas de los niños.
Somos estatuas de sal
mirando la destrucción
de Sodoma y Gomorra.
El futuro pertenece
a las cucarachas.
Sus cadáveres negros
serán abono de amaneceres
de tiempo circular.
Las moscas sagradas
en su vuelo catártico
polinizan flores
de campo agotado.
Volaremos en sus patas
hasta nuevo aviso.
LOSING MY RELIGION
Sonaban trompetas celestiales
en la entrada de la iglesia
presagio de felicidad marital.
El umbral del eco revela el acertijo
de los platos rotos
pero nos desbordamos de tiempo
buscando estacionamientos vacíos.
Me avergüenza escuchar mi voz
cruda y desnuda.
En mí habita la oscuridad de los grillos,
esquivas miradas
y las pestañas te culpan.
El soplo íntimo carece de límites
la vulnerabilidad es una mesa coja
que busca equilibrio
con tapas de bebidas y servilletas.
Tus ojos son piscinas con fugas
en un mundo donde el agua se agota
y la pradera transita hacia el desierto.
Santificamos el catre fracturado
consumiéndonos
en un enjambre de murmullos.
Perdiste la fe en la naturaleza,
para tus oraciones
la salvaje mirada es mentira.
Aunque no me creas
fuimos agua
fuimos viento
fuimos tierra
fuimos carne fuimos fuego.
Fuimos la trampa eterna
del bosque inquebrantable.
Fuimos un río sin lecho
y nada más.
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